sábado, 18 de octubre de 2014

Fabricación de quimeras

quimera.
(Del lat. chimaera, y este del gr. χίμαιρα, animal fabuloso).
1. f. Monstruo imaginario que, según la fábula, vomitaba llamas y tenía cabeza de león, vientre de cabra y cola de dragón.


Se me ocurre que en el amanecer del tiempo de los humanos, las protopalabras fueron sonidos apenas articulados: gritos, gruñidos, chirridos acompañados de gesticulaciones que se fueron asociando a objetos comunes, luego tal vez a fenómenos o situaciones, y finalmente a ideas. Pronto la cantidad de cosas que debían ser nombrados sobrepasó las capacidades, ya de articular sonidos distintos, ya de recordar la voz asociada con cada entidad. Además el sistema debió ser poco eficiente, alguna forma de agrupar las palabras que referían a objetos relacionados con el agua o con el cielo tenía que ser necesario para reflejar, en el sonido, la relación física análoga.
Quizas así aparecieron palabras más complejas. Cada tribu creó un catálogo de voces y relaciones según sus necesidades, sus prácticas y sus entornos. Luego, a partir de ello, idiomas completos. La emoción de nombrarlo (y con ello apropiarse de) todo, los llevó a retar a los dioses en alto. Construyeron una torre que, se supone, no pudo sostenerse y se derrumbo, confundiéndolo todo y a todos. Pocas ramas del grán árbol de voces y sonido sobrevivieron, pero cada una tuvo nuevos brotes, y ahora nos encontramos con que hace falta tomar largos cursos para aprender las complejas estructuras que definen a cada uno de los frutos.
Me desvío fácilmente.
Consideremos a los fonemas como unidades básicas de construcción de palabras, luego de frases, de idiomas. Cada idioma está formado por un conjunto más o menos bien definido -y en consecuencia limitado- de sonidos y por lo tanto el número de de palabras posibles también debería estar acotado. A menos que aparezcan palabras más grandes cada vez y el número de combinaciones crezca y crezca. Creo que para evitar eso se inventaron las frases.
Ahora, no todas las combinaciones de los sonidos o fonemas de un idioma producen una palabra válida. Se me ocurren muchos ejemplos pero fijémonos en uno muy simple formado por repeticiones del sonido 'da'. Por sí solo representa una conjugación del verbo dar: 'Ella da' es un ejemplo de su uso. Si apilamos dos unidades tenemos 'dada' que representa, entre otras cosas a aquello que justamente se resiste a toda representación. Su apilamos tres tenemos 'dadada' que es aún más dada que 'dada' aunque habrá quien lo niegue. Con cuatro tenemos 'dadadada' y con cinco 'dadadadada' que claramente significan cosas distintas. O más bien no significan cosas iguales porque la creencia popular es que no significan nada. Y a estas alturas es evidente que un no significado no puede ser igual a otro.
Pues bien, a partir de ello considero que alguien debería ocuparse de explorar, aunque sea un poco, aquellas posibilidades. Y es que ¿a quién no le ha ocurrido encontrarse de pronto con que no se encuentra la palabra que se está buscando? Quiero creer que en más de un caso el problema no está en que la palabra no se recuerde o no se pueda pronunciar, y que se trata más bien de ésta no existe. Entonces comienzan los problemas porque si uno no puede decir lo que quiere ¿para qué dice lo demás?
Preocupado por la situación pienso en al menos dos procedimientos para dirigir semejante empresa:

1. Pueden listarse todos los sonidos de un idioma y generar todas las combinaciones posibles mezclando diferente números de elementos, según las longitudes típicas de las palabras, al azar. También secuencial y alfabéticamente pero esto último arruinaría la emoción. Una tómbola es siempre más divertida que una lista.

2. Pueden listarse todos los sonidos de un idioma de acuerdo con las forma como se usan comúnmente y poniéndo especial atención en el orden en que habitualmente se colocan, y luego mezlando diferentes números de elementos secuencialmente coherentes, según las longitudes típicas de las palabras, al azar. Ya que no todas las combinaciones son aceptables, preservar en lo posible la secuencia en que se usan deberá generar candidatos con más probabilidades de tener un uso aceptable. Luego habría que doblarse de la risa por la cantidad de quimeras que estos procedimientos generarán.

Como no soy lingüista, me permito hacer cosas como suponer que una separación silábica como la expuesta en http://sramatic.tripod.com/silabas.html es una aproximación aceptable a la división en los sonidos fundamentales del español. Luego que el listado de palabras de la vigésima segunda edición del diccionario de la lengua es un corpus base lo suficientemente amplio para contener representados todos los sonidos (sílabas, pues) del español y finalmente que los procedimientos de randomización de la librería random de python son lo suficientemente aleatorios como para generar combinaciones adecuadas. La implementación del primer procedimiento se hizo seleccionando al azar sílabas de las palabras del diccionario y uniéndolas en una sola y quimérica palabra. El procedimiento número dos requirió listas ligadas: para cada sílaba se listaron todas sus posibles sílabas sucesoras en un arreglo asociativo. Se eligió una sílaba al azar para comenzar la palabra y se unió a una de sus posibles sucesoras, luego a esta se le unió una sucesora correspondiente y el procedimiento se repite un número variable de veces.

Los resultados de semejante experimento aparecen en https://twitter.com/_quimeras_drae_ marcando con '>' a aquellas generadas con el procedimiento 1 y con '>>' a las del procedimiento 2.

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