domingo, 5 de julio de 2015

Una canción de amor para un robot

¿Recuerdas que nuestras primeras conversaciones eran sobre el tiempo? En ese entonces leía la Montaña mágica de Thomas Mann y vivía para explicarme el tiempo y la muerte; hoy he entendido que el tiempo es todo y que la muerte no existe. Aprendí contigo a retardar el tiempo y que somos un espacio de creación constantemente (aunque no sea en forma horizontal o vertical); que el tiempo no existe: puede amanecer siempre y nunca caer la noche.

Me veo y desaparezco en cada instante, no quiero que se destruya, que se queme, que se consuma. Vivo el tiempo que se va, pero también el que regresa.

¿Recuerdas nuestras conversaciones? Hablar de todo y de nada.